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lunes, 14 de marzo de 2016

AGUA EN LAS PLANTAS

EFECTOS DEL AGUA SOBRE EL RENDIMIENTO DE LOS CULTIVOS
 
Las relaciones que se establecen entre cultivo, clima, agua y suelo son complejas, estando involucrados muchos procesos biológicos, fisiológicos, físicos y químicos. La relación entre el rendimiento del cultivo y el suministro de agua puede determinarse cuando es posible cuantificar, por una parte, las necesidades de agua del cultivo y los déficits de agua, y por otra, el rendimiento máximo o potencial del cultivo y el rendimiento real. Los déficits de agua de los cultivos tienen un efecto sobre la evapotranspiración y, por lo tanto, sobre los rendimientos.
Cuando no se atienden completamente las necesidades de agua de los cultivos, el déficit de agua en las plantas puede llegar hasta el punto de que se vean afectados el crecimiento y los rindes. La manera en que el déficit de agua afecta el rendimiento varía con la especie considerada y con el período vegetativo.
El efecto del agua sobre los rendimientos se cuantifica mediante un factor de rendimiento que relaciona la disminución de los rindes con el déficit hídrico. En general, la disminución del rendimiento se hace proporcionalmente menor al aumentar el déficit de agua para cultivos como la alfalfa, el algodón y el sorgo, mientras que se hace proporcionalmente mayor para cultivos tales como el maíz            

El arte del buen riego está unido a las técnicas de laboreo más sostenibles.
El agua es uno de los elementos esenciales e imprescindibles para las plantas y el resto de seres vivos junto al aire, la tierra y la energía de la luz y del calor. Cumple múltiples funciones vitales para el buen desarrollo de las plantas, ya que hace posible la dilución de minerales, ácidos húmicos y nutrientes, permitiendo su transporte a través de los conductos aferentes (ascendentes) y deferentes (descendentes) en forma de savia bruta o de savia elaborada. La presencia de agua juega un papel vital en la elaboración de la savia, ya que mediante la magia de la fotosíntesis, las hojas absorben energía solar, desdoblan moléculas y generan enlaces bioquímicos en los que unen moléculas de carbono atmosférico con moléculas de hidrógeno del agua, produciendo los nutritivos hidratos de carbono, que son la base del aporte energético en nuestra alimentación. Podríamos concluir que, gracias al agua y al aire, nos alimentamos de energía solar.
Observamos cómo las plantas que se desarrollan en tierras áridas, donde apenas llueve –o en huertos donde, aparte de no llover, no se riega–, crecen muy lentamente, son fibrosas, duras y sus hojas tienden a ser pequeñas y puntiagudas, para evitar evapotranspiración. En cambio, donde llueve con regularidad o se riega frecuentemente, las plantas crecen exuberantes y sus hojas son anchas, planas y jugosas. En la práctica, el exceso de agua y riegos producen plantas y frutos con mayor proporción de agua y menor concentración de nutrientes, por lo que es importante aprender a encontrar el equilibrio en el riego y la hidratación de las plantas cultivadas.
Según el clima
Allí donde la naturaleza es generosa y llueve con regularidad, no nos preocuparemos demasiado del riego; quizás el problema sea propiciar un buen drenaje de la tierra, ya que el encharcamiento de agua a nivel de las raíces impide la presencia de aire en la tierra y provoca la asfixia de las plantas.
Donde las lluvias sean escasas o irregulares, nos veremos obligados a disponer de sistemas de riego. Para ello, en un pequeño huerto, puede bastarnos una regadera o una manguera, aunque con ellas a menudo sólo conseguimos un riego de las capas superficiales. Los huertos más grandes pueden regarse por inundación, por aspersión o por riego localizado con mangueras de goteo o de exudación.
La experiencia y el ahorro de agua que se consiguen nos llevan a recomendar los sistemas de riego localizado con mangueras de riego por goteo o exudación, ya que aparte de gestionar mejor el agua disponible, permiten la conexión de programadores automáticos de riego, con los que podemos dosificar la cantidad de agua y la periodicidad de los riegos.
Además, las técnicas de laboreo que empleemos serán decisivas en las necesidades de riego e hidratación ya que, si cultivamos a tierra desnuda, se produce una constante evaporación y, en cambio, con técnicas de cultivo en las que recurrimos a los acolchados orgánicos o removemos frecuentemente la capa superficial de la tierra –para romper los capilares–, evitamos evapotranspiración y reducimos la periodicidad del riego. El dicho popular afirma que una escarda vale por dos riegos, pero un buen acolchado, vale por cuatro.
Periocidad en los riegos
La frecuencia o la periodicidad del riego variará en función de si la tierra es más arcillosa –retiene el agua– o arenosa –drena más–, de la estación del año, de si hace sol o viento –resecan la tierra y deshidratan las plantas– y de las especies o variedades de plantas cultivadas.
Tantas variables pueden resultar complejas y asemejarse a una quiniela, aunque lo importante es conseguir una regularidad de riego, sin encharcamientos de agua, ni que pasen sed (estrés hídrico). Para ello, aparte de un buen sistema de mangueras de riego por goteo o de exudación y un programador automático, podemos ayudarnos de un higrómetro, que mide la humedad de la tierra. El dispositivo tiene una varilla que mide la humedad en su punta, por lo que vamos clavándola poco a poco y observamos el nivel de humedad en las diferentes capas de la tierra, ya que puede parecer bien regado en la superficie y, en el fondo, estar seco o, al revés, parecer la tierra seca y abajo estar empapada de agua, provocando asfixia en las raíces.
Calcular el tiempo de riego
Con las mangueras de goteo o exudación, es difícil calcular el tiempo ideal de riego, puesto que, aparte de si la tierra drena más o menos y de la estación del año –seca o lluviosa–, cada modelo de manguera y de goteros, y también en función de la presión del agua, puede dejar salir de 2 a 6 litros de agua por cada hora de riego. En condiciones normales las plantas necesitan aproximadamente 1 litro de agua por día, excepto algunas, poco exigentes, a las que les basta con ½ litro de agua por día o menos, o las más exuberantes, que pueden absorber o evaporar de 2 a 3 litros día.
Lo ideal es mantener una hidratación regular de la tierra y que la planta absorba lo que precise. Pero como son muchas las variables que intervienen, podemos calcular aproximadamente el tiempo de riego en nuestro huerto colocando una manguera de goteo o de exudación sobre un espacio de tierra seca y abrir el paso de agua; vemos cómo van saliendo las gotas de agua y cada 5 minutos vamos clavando el higrómetro en diferentes profundidades, observando la velocidad de penetración y el empapado de agua de la tierra. Cuando la humedad llegue a los 25 cm de profundidad, contamos el tiempo que ha tardado (15, 20, 30, 45 minutos o más) y sabremos el tiempo ideal de riego en nuestro huerto.
Regar durante periodos de más tiempo es desperdiciar agua, ya que la mayoría de raíces de las hortícolas no alcanzan dicha profundidad.
También podemos hacer un cálculo aproximado con un sencillo sistema: colocar una jarra o una botella de litro debajo de un gotero abierto y calculando el tiempo que tarda en llenarse. Como la cantidad de agua por riego conviene que sea de 1 a 2 litros, calculamos lo que tarda en llenarse ese volumen y ese es el tiempo de programación del programador de riego.

SUSTRATOS
Sustrato es el elemento o conjunto de elementos sobre los que las plantas sitúan sus raíces, sirviendo de elemento estabilizador y anclaje en la tierra y como almacén de nutrientes. En un cultivo hidropónico (aquel en el que se alimenta a la planta a través de agua con nutrientes y NO se alimenta de la tierra) digamos que solo tiene función estructural. El sustrato puede ser muy variado y con características muy diferentes en relación al material o materiales que empleemos para este fin. En la naturaleza el sustrato correspondería normalmente a la tierra del suelo.
Hay que tener en cuenta que para un cultivo de hortalizas en maceta, el sustrato que escojamos tiene una importancia vital, debido a la limitación espacial del recipiente, rara vez podrán expandir sus raíces como lo harían en el suelo. Además, el sustrato que escojamos debe ser poroso y retener el agua, además de los nutrientes.
Para entender mejor sus características debemos fijarnos en sus propiedades:
-Porosidad: es el espacio entre las partículas del sustrato. Una porosidad elevada favorece el crecimiento de las raíces.
-Retención de agua: Depende de los microporos del sustrato, los cuales retendrán el agua hasta que la planta la consuma o ésta se pierda.
-Aireación: depende de los macroporos, los cuales permiten la circulación del aire y el agua, permitiendo la respiración de la raíces.
-El pH: Mide la concentración de iones de hidrógeno en la solución acuosa del sustrato. Tiene valores entre 0 y 14, en el que 0 es muy ácido, 7 neutro y 14 muy básico. Lo ideal es tener un pH que ronde 7, para asegurarnos que las plantas puedan asimilar bien los nutrientes.
-Almacén y aporte de nutrientes: La capacidad de almacenar nutrientes y de ir liberándolos poco a poco.
Y según algunos autores también incluiremos la ligereza, ya que en un cultivo en maceta el peso de ésta puede llegar a ser muy importante.
Lo ideal para un sustrato, según diferentes autores, es que sea ligero, con un buen almacén y aporte de nutrientes y cuya relación entre micronutrientes y macronutrientes este equilibrada. Esto dependerá del material o materiales que empleemos como tierra para nuestras plantas. Los más comunes son:
-Sustrato universal: De fabricación normalmente no muy ecológica, posee habitualmente una mezcla formada a base de turba. Es el que más encontramos en las tiendas de jardinería y gardens. Posee muy baja aireación y media retención de agua, el aporte de nutrientes es bajo, por lo que se recomienda abonar antes del cultivo (en caso de hortalizas, ya que poseen mayores necesidades nutritivas que las flores).
-Fibra de coco: Es mi preferida ya que se fabrica con los restos del coco. Posee bastante aireación y retención de agua. Posee un peso muy bajo y aporta pocos nutrientes, por lo que siempre mezclaremos con estiércol, compost o vermicompost.
-Turba: Proveniente de canteras en regiones frías, es un producto poco ecológico (por ser explotado como una mina), y es uno de los más utilizados. Posee gran capacidad de retención de agua y nutrientes, además de buena aireación, pero posee un pH excesivamente ácido y por sí aporta pocos nutrientes.
-Compost: Es el resultado del proceso de descomposición de la materia orgánica a inorgánica llevado a cabo por microorganismos aerobios (en presencia de aire). Posee correcta aireación y retención de agua. Su almacenaje de nutrientes es medio y su capacidad de aporte de estos muy elevada. Sus propiedades son bastante variables dependiendo de los elementos con los que lo hemos formado.
Como veis, estos son los sustratos más típicos, aunque hay muchos otros y variados, cada uno con sus características, aunque normalmente no se recomienda emplear un sólo sustrato, sino la mezcla de ellos, o con abonos orgánicos. Las características aquí dadas son orientativas ya que la composición de los elementos y sus propiedades puede variar dependiendo el fabricante y los materiales con los que se hubiera elaborado el producto final.
En fin, como podéis observar hay bastante diferencia de un sustrato a otro, y espero que a la hora de elegir intentéis escoger el mejor para vuestras plantas y para el medio ambiente y así tener un huerto en la ciudad ecológico y sostenible.
 
 
¿Qué es el pH?El ph es una característica muy importante que tienen todas las tierras, los sustratos para macetas, jardineras, etc. y las aguas de riego.La definición, si no tienes conocimientos de química, no te dirá nada.El pH se expresa con un número y puede estar comprendido entre 1 y 14, pero en el 99% de los casos estará entre 3 y 9.
  • Suelo ÁCIDO tiene un pH menor de 7.
  • Suelo NEUTRO tiene un pH igual a 7.
  • Suelo BÁSICO o ALCALINO: pH mayor de 7.
Por tanto, si decimos: “Este suelo tiene un pH 6”; significa que es ácido. O: “Este suelo tiene un pH 8,2”; significa que es básico o alcalino. El pH neutro, aunque se indique el 7 como valor teórico, normalmente se considera neutro si está entre 6,5 y 7.
El mejor pH para la mayoría de las plantas oscila entre 6,5 y 7, es decir, neutro. Algunas, llamadas acidófilas, lo prefieren inferior a 6, y otras (calcícolas), son felices con un pH superior a 7.
¿Cómo se determina el pH?
He mencionado antes tres pH’s:
  • El pH del suelo
  • El pH del sustrato (los usados para macetas, jardineras, etc.)
  • El pH del agua de riego
La determinación en el caso de una tierra o sustrato se puede hacer de las siguientes formas (para aguas, lo tienes un poco más abajo):
1.Puedes llevar a analizar la tierra a un laboratorio de suelos. Es lo mejor, pero no se suele hacer a nivel de jardín particular.
2. Usar unos kits económicos que traen unos reactivos para echar a una muestra de tierra y comparando color averiguar el pH. El pH puede ser ácido, neutro o alcalino. Si es alcalino, lo más probable es que contenga mucha cal (suelo calizo).
3. Coger un poco de tierra, echarla en un vaso con agua destilada, remover bien y al cabo de un rato introducir en el líquido una tira de papel o de cartón indicadora de pH (venta en farmacias, por ej.). Según el color que tome tendrás si es ácido, neutro o alcalino.
4. Verter vinagre, ‘Sulfatán’ (producto de limpieza) o ácido clorhídrico diluido sobre una muestra de tierra. Esto ofrece una estimación aceptable por la reacción que produce:
  • Si la efervescencia que se produce es fuerte, se dice que el pH es mayor de 7,5 y el suelo es alcalino o calizo.
  • Si la efervescencia es pequeña (algunas burbujitas), el pH rondará 7.
  • Si no produce efervescencia (no salen burbujitas) es un suelo de pH neutro (pH 6,5-7) o ácido (pH menor de 6,5).
Para saber el pH del agua de riego puedes:
– Llevar una muestra a un laboratorio que analicen aguas.
– Usar papel de tornasol.
– Emplear unos instrumentos llamados ph-metros, aunque hay que tenerlos bien calibrados para que sean fiables.
¿Para qué es interesante saber el pH de un suelo, sustrato o agua de riego?
El pH influye en el suelo o sustrato en varios aspectos, pero el más significativo y el que vamos a estudiar aquí es en la disponibilidad de nutrientes. Es decir, la influencia del pH en la mayor o menor cantidad de nutrientes (Fósforo, Potasio, Hierro, Cobre, Boro… hasta 13) que hay en un suelo para que lo puedan tomar las raíces de las plantas.
Por ejemplo, en un suelo puede haber mucho Fósforo, pero si no está soluble, a la planta no le sirve para nada ya que no lo puede tomar. Pues el pH influye en la solubilidad del Fósforo y de los demás minerales y, siguiendo con el ejemplo, en suelos alcalinos, hay una gran parte de Fósforo insolubilizado y en estos suelos existe mayor riesgo de carencias de este elemento que uno que sea ácido o neutro.
Repito: los pH’s extremos pueden (no necesariamente) provocar la escasez de unos u otros nutrientes y las plantas lo acusarán amarilleando las hojas, floreciendo menos, dando menos frutos, disminuyendo el crecimiento, etc., etc.. El problema se agrava si son pH’s más fuertes, tanto muy ácidos (pH=5 o menor) como muy alcalinos (pH=8 o mayor).
Veamos cada una de las tres situaciones:
a) Suelo ácido (pH<7)
b) Suelo neutro (pH=7)
c) Suelo alcalino (ph>7)
a) Si tu suelo es ácido (pH<7)
En España, Galicia o Extremadura, por ejemplo, son regiones que por su naturaleza geológica abundan los suelos ácidos. Estos suelos son ideales para plantas acidófilas como Azalea, Rododendro, Hortensia, Camelia, Brezo, Gardenia, etc..
Un terreno ácido tiene el problema de que pueden escasear los siguientes nutrientes:
  • Fósforo
  • Calcio
  • Magnesio
  • Molibdeno
  • Boro
Saber determinar si las plantas están sufriendo carencias de alguno de estos elementos no es nada fácil, hay que conocer la sintomatología específica, pero partiendo de que el suelo es ácido, será una pista importante y, en su caso habría que:
  1. Aportar los nutrientes que están faltando mediante fertilizantes.
  2. Además, subir el pH adicionando caliza molida.
Por el contrario, en los suelos ácidos abunda el Hierro, el Manganeso, el Zinc y el Aluminio, e incluso pueden producir toxicidad por exceso.
Si fuera muy ácido, es decir, con un pH<5,5, SÓLO se podrían plantar acidófilas, y sería más que conveniente subir ese valor de pH si no queremos limitarnos a un puñado de especies, las acidófilas. Se sube incorporando caliza molida, lo que se llama hacer un ‘encalado’.
b) Si tu suelo es neutro (pH=7)
Irán bien la mayoría de especies de plantas. Las acifófilas si bajas algo el pH estarán mucho mejor.
En cuanto a los nutrientes, hay una óptima disponibilidad de todos los que las plantas necesitan normalmente, sin descartar alguna carencia puntual independiente del pH.
c) Si tu suelo es básico o alcalino (pH>7)
Aquí suele haber bastantes problemas por ser una situación muy frecuente.
Las acidófilas mencionadas anteriormente no irán bien casi con seguridad; las hojas amarillearán y darán pocas flores. Esto se debe a que en los suelos alcalinos escasean varios elementos solubles esenciales para todo vegetal:
  • Hierro
  • Manganeso
  • Zinc
  • Cobre
  • Boro
Pero no sólo las acidófilas (Hortensia, Brezo, Gardenia, etc.) pueden acusar estas carencias de Hierro, Manganeso y otros, sino muchísimas plantas más. Por ejemplo, un Naranjo, un Limonero, un Hibisco, un Rosal, etc., etc.
Los síntomas de carencias de nutrientes en plantas son variados y como decía antes con los suelos ácidos, no es fácil saber exáctamente de qué elemento o elementos concretos se trata. El Hierro, por ejemplo, se suele manifestar inicialmente con un amarilleo de la hoja permaneciendo los nervios verdes. Más adelante la hoja se vuelve completamente amarilla. Se aprecia en las hojas jóvenes, no en las viejas, al menos en una primera fase, en clorosis avanzadas quedan amarillas todas las hojas, las nuevas y las viejas.
Por tanto, si las hojas de tus árboles y arbustos amarillean, una de las posibles causas es por carencia de Hierro y/o de otros microelementos (Manganeso, Zinc, Cobre y Boro) provocada por estar plantados en suelo alcalino (ph<7) que los insolubiliza (no absorbible por las raíces). Es una posibilidad, hay que estudiar bien si es carencia de micronutrientes o es otra la razón, por ejemplo, un exceso de riego.

¿Qué hacer si se produce esta situación?
Bueno, en primer lugar se podría haber evitado de conocer el pH antes de elegir las especies a plantar, y descartar las que no fueran adecuadas. Por ejemplo, si te gusta mucho un Rododendro y tu suelo tiene un pH=8, olvídate de plantarlo en esa tierra alcalina y hazlo mejor en un buen macetón con sustrato ácido. No obstante, hay personas que quieren, a pesar de todo, cultivar determinadas plantas aunque su suelo natural no sea apto para ellas. En este caso tendrán que hacer lo que sigue más abajo.
El problema común es que una vez se manifiestan los síntomas (a veces varios años, por ejemplo, en árboles frutales), y como no se va a arrancar la plantación, hay que buscar un remedio que consiste en estas 3 acciones:
  1. Aportar fertilizantes que contengan los nutrientes que escaseen: Hierro, Zinc, Potasio, Manganeso, etc..
  2. Bajar el pH del suelo.
  3. Bajar el pH del agua de riego, si es que estás regando también con una que es alcalina (contiene mucha cal).
 
 .
 OTRO FACTOR PARA TUS PLANTAS
                    Qué es compost? El compost es un abono natural creado a partir de la acción de bacterias, hongos y gusanos sobre los residuos orgánicos o biológicos de tu hogar (restos de comida, plantas secas, etc). Tiene una triple función: servir como abono para mejorar las propiedades del terreno de nuestro jardín, sirve de alimento para las plantas y, a la vez, reciclamos los residuos de la casa usándolos para el compost. El beneficio del compost está científicamente probado y, a diferencia de la simple fertilización mineral, el compost ayuda a conservar y mejorar la fertilidad de la tierra. El compost es una solución estratégica ambiental para contrarrestar la problemática de la disposición de los residuos sólidos orgánicos domésticos que se plantea en las grandes concentraciones urbanas.
¿Cómo hacer compost si vives en un espacio reducido?
Para hacer compost necesitaremos:
Materia verde o húmedo :
Aporta el nitrógeno como: hojas frescas que estén sanas, grama, las sobras de la cocina (cáscaras y piel de vegetales, frutas, verduras y legumbres sin cocinar, cascara de huevo, posos del café, bolsas usadas de té)
Materia marrón o seco :
Aporta el carbono como: hojarasca y ramas secas, paja, virutas de madera,cartón o papel que no contenga tinta, servilletas, los tubos del papel higiénico.
Humedad: Es importante que tenga la suficiente humedad, que no encharcamiento sino se pudre y si huele mal, en caso de suceder tiene remedio, agregamos más material marrón para que absorba el exceso de humedad. Una pila de compost efectiva debe tener una humedad entre el 40 y el 60%. Ese grado de humedad es suficiente para que exista vida en la pila de compost y las bacterias puedan realizar su función. La proporción es de 3 partes marrón por una parte verde.
OJO: Nunca arrojes en el compost restos de lácteos, yemas de huevo, carnes y pescado (producen olores y atraen roedores), plantas enfermas, grasa, defecaciones de animales y carbón.


¿Dónde hacer el compost?
Puedes comprar un compostero comercial o puedes hacerte tu propio compostero usando un envase de plástico con tapa al cual le abrirás muchos orificios pequeños en la tapa y orificios en el fondo y los laterales del envase para aireación y drenaje. Cubre los orificios con malla metálica bien tupida para evitar que entren animales que no queremos en nuestro compost. También puedes hacerlo en una gran maceta y disimular tu compost colocando hojas secas en la superficie y mezclando esta maceta con el resto de tus plantas.
Pasos a seguir
Se hace una especie de lasaña alternando las capas de material marrón y verde y colocando una capa de tierra de 3cm aproximadamente entre cada una de ellas para aportar los microorganismos necesarios para la descomposición
– cubre el fondo del contenedor o la maceta con parte del material marrón o seco
– 3 cm de tierra.
– hojas verdes y desperdicios,
– 3cm de tierra ,
– material marrón o seco,
– 3cm de tierra
– por último hojarascas
 Qué es el Compost y Cómo Hacerlo
Una vez por semana, remueve todos los ingredientes de tu compost.
Integra todos los elementos y agrega pequeñas porciones de agua para mantenerlos húmedos esto hará que la descomposición sea efectiva y rápida.
Lo más importante en un buen compost no es su tamaño sino que esté bien equilibrado.
La humedad o sequedad, es fundamental para tener un buen compost.
Si está seco, lo verás porque reconocerás los restos de comida sin descomponerse.
Si está húmedo despedirá un mal olor si lo tienes a la intemperie, ponle una tela vieja para cubrirlo de la lluvia.
Cuando ya no distingas lo que hay por su estado de descomposición, úsalo como abono.
Coloca diariamente todos los residuos orgánicos que generas. (Cáscaras de frutas, partes no comestibles de las verduras, servilletas de papel, entre otros) Recuerda luego cubrirlos con una capa fina de tierra.
* Si aparecen hormigas en tu compost, quiere decir que está muy seco. Hay que agregarle agua.
* Para evitar moscas, mosquitos y gusanos, entierra bien los restos de comida frescos.
Datos importantes para tener siempre en cuenta:
Nitrogeno ( N): es esencial para hacer crecer la planta y suele ser el que queremos que predomine en las plantas solo verdes, pues no necesitamos que active ninguna floración.
Fosforo (P): Favorece el crecimiento de las raíces y por lo tanto también influye en la producción de flores y al crecimiento general de la planta.Si las raíces crecen y crecen bien, la planta crecerá bien y sus flores aparecerán cuando deban aparecer.
Potasio (K): Influye en la floración y sobretodo en el color de las flores.
Magnesio (Mg): Es indispensable para la formación de clorofila.  Va bien echarle en esos casos en que  tenemos una clara Clorosis ( amarilleo de la hoja )
En base a este conocimiento podemos crear nuestra propia formula de fertilizante segun el tipo de planta que queremos abonar. Por ejemplo podemos incluir ceniza de leña ya que éstas aportan potasio que favorece la floración .Debemos ser moderados en su uso pues el exceso de Potasio bloquea la absorción del magnesio en los vegetales. También tener en cuenta que según la cantidad que usemos podemos modificar el pH del suelo.

Información adicional y Complementaria
El compostaje más rápido tiene lugar cuando hay una relación (en seco) carbono-nitrógeno de entre 25/1 y 30/1, es decir, que haya entre 25 y 30 veces más carbono que nitrógeno. Por ello muchas veces se mezclan distintos componentes de distintas proporciones C/N.
Los recortes de césped tienen una proporción 19/1 y las hojas secas de 55/1. Mezclando ambos a partes iguales se obtiene un materia prima óptima. También es necesaria la presencia de celulosa (fuente de carbono) que las bacterias transforman en azúcares y energía, así como las proteínas (fuente de nitrógeno) que permiten el desarrollo de las bacterias.
Los restos de comida grasienta, carnes, lácteos y huevos no deben usarse para compostar porque tienden a atraer insectos y otros animales indeseados. La cáscara de huevo, sin embargo, es una buena fuente de nutrientes inorgánicos (sobre todo carbonato cálcico) para el suelo a pesar de que si no está previamente cocida tarda más de un año en descomponerse.
La temperatura ideal está alrededor de los 60ºC. Así la mayoría de patógenos y semillas indeseadas mueren a la par que se genera un ambiente ideal para las bacterias termofílicas, que son los agentes más rápidos de la descomposición. De hecho, el centro de la pila debería estar caliente (tanto como para llegar a quemar al tocarlo con la mano). Si esto no sucede, puede estar pasando alguna de las siguientes cosas: Hay demasiada humedad en la pila por lo que se reduce la cantidad de oxígeno disponible para las bacterias. La pila está muy seca y las bacterias no disponen de la humedad necesaria para vivir y reproducirse. No hay suficientes proteínas (material rico en nitrógeno) La solución suele pasar por la adición de material o el volteo de la pila para que se airee.

La permacultura es una respuesta clara y positiva ante el difícil escenario de la crisis ambiental y el descenso en la disponibilidad de recursos. Una fusión de conocimiento científico y sabiduría tradicional, que aspira al establecimiento de una cultura capaz de promover la vida en el planeta sin agotar sus recursos y multiplicando sus posibilidades.
Al enfrentarse con la avalancha de información sobre lo malo de la situación ambiental, muchas veces ocurre que se presentan tres maneras habituales de reaccionar de las personas: pasar de largo, con la esperanza de que se solucionará; reconocer los problemas y deprimirse, o pasar a la acción práctica, que es donde se sitúa la Permacultura.
La Permacultura empieza con una ética – cuidado del planeta; tiene unos principios basados en las leyes de la naturaleza; tiene un enfoque positivo orientado hacia las soluciones y puede ser llevada a la práctica por cada uno de nosotros en nuestras vidas cotidianas.
La permacultura crea ambientes humanos ecológicamente respetuosos, económicamente viables y energéticamente eficientes. Se basa para ello en un sistema de diseño. En el actual contexto crítico, se presenta como una estructura conceptual y un sistema de pensamiento creativo, -más que una técnica específica- capaz de integrar en formas recíprocamente benéficas, la vivienda, la producción de alimentos, el manejo de animales domésticos y el uso de los árboles.
En este sentido la Permacultura genera -como dice su fundador David Holmgren- “proyectos conscientemente diseñados que imitan los patrones naturales y las interrelaciones existentes en la naturaleza, los cuales redundan en una abundancia de alimentos, fibra y energía para abastecer las necesidades propias de las personas y su hábitat”.
Vivimos en un planeta en crisis; a menudo las personas se sienten incapaces de hacer el cambio. La Permacultura ofrece soluciones positivas usando la ecología como base para estudiar, diseñar y realizar sistemas perdurables, funcionales e integrados que sustenten los asentamientos humanos y los ecosistemas naturales.
 
La Permacultura cubre la producción de alimentos, la construcción natural, la tecnología apropiada, el desarrollo comunitario y los sistemas legales y financieros para alcanzar el objetivo de una cultura para la permanencia.

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FUENTE
 
 http://www.ecoagricultor.com/5-diferencias-entre-cultivar-en-el-suelo-o-en-macetas/

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